LA ESENCIA DEL DEPORTE ES LA CALIDAD DE LAS EXPERIENCIAS QUE PROPORCIONA

miércoles, 4 de marzo de 2015

"Cuando alguien te ha mordido, te das cuenta de que tu también tienes dientes". Proverbio africano

Cuántas veces al terminar un partido pensamos que podíamos haber ganado, que nuestro rival  no era mejor, que hemos perdido por demérito propio (falta de concentración, exceso de confianza, nervios, actitud.......).  Nos reprochamos  no haber sabido aprovechar la oportunidad, no hemos jugado con "cabeza". Pero,   ¿hacemos realmente algo diferente cuando volvemos a entrenar para preparar la siguiente competición?


 Mientras competimos,puede ocurrir que nuestro rendimiento no esté siendo adecuado, el rival nos supera o vamos abajo en el marcador,estos pensamientos  nos pueden llevar hacia emociones y respuestas negativas: rabia, ira, enfado... Si bien es cierto que, en ocasiones, esto saca ese coraje necesario para reaccionar y actuar, no suele ser un estilo de funcionamiento psicológico muy adecuado para la competición. "Podremos ganar una batalla, pero no la guerra".
En definitiva, tenemos que manejar emociones negativas que, si no somos capaces de transformar y poner a nuestro favor, pueden terminar por jugarnos una mala pasada. Nos llevan al agobio, la angustia incluso la pérdida de control, elevando el estrés y la ansiedad, afectando negativa-mente a nuestro rendimiento.
Por ello es importante la gestión de las emociones, según las manejemos, seremos capaces de dar respuestas adecuadas a las situaciones que tenemos que afrontar durante la competición.

Si trabajamos para preparar y programar respuestas positivas en estos casos, no tendremos que arrepentirnos después por no haber logrado reaccionar a tiempo de forma más productiva. De ahí la importancia de la preparación mental para la identificación de situaciones críticas.
 Es importante rescatar de nuestra mente inconsciente, esos momentos complicados, en los que no logramos conectar con nuestro juego, o con el del equipo. Nuestra atención está más centrada en lo que hacemos mal o en lo que nuestro rival está haciendo bien, sin ser capaces de reconocer que podemos hacer lo mismo o mejor o simplemente, diferente, que nos ayude a conseguir lo que queremos y necesitamos en ese momento.